Fue el Dawson de su pasado, no por los rasgos físicos, sino por su interior, inteligencia y personalidad. Se convirtió un hábito pasar los inviernos en una alejada ciudad, fría por su clima y cálida por el cariño de la familia. Cada año, desde muy pequeña, ella viajaba en sus vacaciones acompañada de una persona mayor quien era oriunda de ese maravilloso lugar. El destino siempre fue una casa muy grande, con personas mayores, el único ruido eran los gritos de los niños al entrar y salir de la escuela del frente. La estadía ahí duraba poco tiempo hasta su traslado a un lugar donde se rodeaba con personas de su misma edad y quien formaba parte de este círculo era la persona por quien se intimaba al hablar o le temblaban las manos.
Su mirada hacia él siempre fue con admiración, fue su ilusión durante mucho tiempo, cada viaje era un sueño, lleno de magia, pensar en volver de “Capeside” siempre se volvía doloroso. Despertar del sueño se convirtió en un sentimiento de inutilidad que hacía que el pecho se cerrara y costara respirar, pero haber estado ahí lo valía todo.
En una fiesta familiar, donde los de temprana edad se encontraban reunidos y separados de la gente mayor, las risas, juegos y pillerías de adolescentes hacían de la noche una de las mejores, entre verdades y desafíos llegó el tan esperado beso, sí, el beso. La estadía fue muy corta, regresó del viaje con su correo escrito en un papel. Aunque fue solo juegos de niños, este acto fue recordado por todo el verano. Nunca recibió una respuesta a su correo, entonces entendió que debía esperar.
Los tiempos para verse nuevamente eran una eternidad, tenía que cumplirse todo el año escolar para estar listos a las próximas vacaciones, en cada viaje se notaban cambios, se veían distintos, era como renovarse y regresar diferentes.
En uno de los viajes, convertidos ya en adolescentes, salieron en grupo a otra ciudad cercana, fue como escapar de la realidad, más grandes de edad y menos intimidados el uno del otro, dieron paso al momento mágico del segundo beso, aunque el primero significó mucho fue realmente cosa de niños. Este segundo beso, fue el mejor de todos, fue lleno de paz y seguridad, fue descubrir que no solo era ella, sino de dos. La magia siempre duró poco y este fue el último viaje donde lograron ser un todo.
Ya universitarios, viviendo vidas totalmente diferentes, con amigos nuevos y carreras opuestas, lograron saludar por última vez. Conoció al amor de su vida y aunque dolió al inicio, entendió que por más que desees tanto encajar algo y volverlo perfecto, si no tiene la simetría, jamás podrá ser un todo. Al puro estilo de Dawson Leery y Joey Potter, siempre intentándolo y fracasando en cada oportunidad. Al final cada quien encuentra su vida y viven sus realidades en diferentes espacios y lugares.
Siempre hay un lugar aquí que no olvida todos esos maravillosos momentos, alegra tanto saber que se dio y que no hay remordimiento por no darse, aunque nunca existió él nosotros, ella se pregunta si habrá sentido lo mismo, si lo anhelaba tanto como ella, la duda de saber que significó para él, son tantas preguntas que ahora no tienen sentido descubrirlas.
Actualmente, no hay comunicación, por sus fotos ella entiende que todo está en orden y eso es suficiente para seguir.