A sus 7 años, un agresivo animal la atacó, provocando daños severos en su cuerpo, heridas que, con el pasar de los años, continúan sangrando. Sus padres, personas con un régimen narcisista de crianza con sus hijos, cuestionaron la forma en la que se dieron los hechos, a tal punto de anteponer su empatía por autoridad, aduciendo que su rostro desfigurado, sangraba por desobediente. El acto de rebeldía, que provocó este doloroso momento, fue salir al patio a jugar con sus primos, un acto natural de una niña sana que es feliz a esta edad. No solo fue el daño que provocó el animal, fueron también los golpes que su padre le proporcionó, luego de encontrarla herida y agonizando.
Han pasado 18 años, varias operaciones han logrado desaparecer cicatrices de su rostro; sin embargo, se muestra muy insegura ante la sociedad, presentando pensamientos de negación que incluso no le permiten desarrollar actividades para las que se preparó profesionalmente y de las que ha demostrado ser muy buena. Pensaría que, gran parte de su inseguridad, podría ser por falta del apoyo familiar, sus padres autoritarios, siendo crueles, dictatoriales, poco ayudan a su recuperación. Es una hermosa mujer con un corazón noble, me conmovió mucho el hecho de estar en este medio de trabajo colaborativo y llegar a conocer personas a las que puedes cambiar su vida, desde darle la oportunidad de formar parte del equipo hasta motivarle para que no desista y continúe mejorando como profesional, ayudar a perder sus miedos aunque yo me esté muriendo de lo mismo; a pesar de ello, se intenta a diario.
Pienso mucho en Anna cuando esta historia trastoca mi pensamiento, quiero ser para ella una persona de apoyo en todo momento, indistintamente si fue por desobediente o no. Trabajo mucho en su enseñanza sobre el perdón, el amor y los intereses comunes que constituyen el fin del problema de autoridad.