En estas últimas semanas he tenido momentos en los que he agotado todas mis fuerzas, cansando mental, el factor común. En un momento de descanso, mirando el techo de la habitación, intenté identificar a las personas con las que comparto a diario, como haciendo un ejercicio con mi cerebro agotado, para saber a quiénes puedo nombrar con facilidad. Resultó extraño vivir rodeada de muchas personas y recordar tan pocas, me quedé pensando en las cosas que las hace diferentes para crear un recuerdo en mi mente.
Aún no logro identificar con exactitud estas características y crear una lista definitiva, pero dentro de las que hacen eco en mí, se resumen en mostrarse tal y como uno es. Algo que valoro mucho es no faltar a los compromisos establecidos, por ejemplo si quedaste con tu hijo ir todos los sábados a las 10am a jugar al parque, esto genera un acuerdo contigo y tus ocupaciones, sabes que ese espacio de tiempo y día está reservado para algo importante, si fallas o no eres constante, pierdes credibilidad, pero si lo cumples incluso con esfuerzos titánicos, esto generará un hábito y este a su vez creará un lazo sentimental único que se mantendrá con el interés de ambos. Por otro lado, mostrar lealtad genera un lazo de confianza, nos ayuda a tener la certeza de que es coherente ante cualquier situación.
Algo que me marca siempre es la admiración, no solo el hecho de sentirlo, sino de expresarlo para resaltar lo que nos hace únicos.
Retomando el inicio de este post, pensaría que no logré recordar a todos porque, de cierta forma, las personas que, actualmente frecuento en mi entorno, no les interesa generar vínculos en contexto general, me preocupa que mis acciones estén generando un individualismo radical en ellas o que cada vez nuestro entorno se va convirtiendo en una sociedad menos vinculada.
Los ritos son necesarios porque nos permite realizarnos como personas en sociedad, generando un lazo único que los identifica y guarda en nuestras memorias.
Valora el tiempo que alguien te dedica y cumple tus promesas.
